jueves, 15 de septiembre de 2016

Nariz

La nariz constituye la principal vía de entrada del aire al aparato respiratorio. Normalmente, el aire entrada en el aparato respiratorio a través de las dos ventanas nasales externas, que conducen a la cavidad nasal. El vestíbulo nasal es la parte de la cavidad nasal rodeada por los tejidos flexibles de la nariz y está soportada por un par de cartílagos laterales muy delgados y dos pares de cartílagos alares. 
El epitelio del vestíbulo nasal contiene pelos muy ásperos que salen por los orificios externos. Estos pelos atrapan las partículas de gran tamaño que viajan por el aire, como arena, aserrín o incluso insectos, evitando que entren en la cavidad nasal.
El tabique nasal separa los lados derecho e izquierdo de la cavidad nasal. La parte ósea del tabique nasal está formada por la fusión de la placa perpendicular del etmoides y la placa del vómer. La parte anterior del tabique nasal es de cartílago hialino. Esta placa cartilaginosa soporta el puente, o dorso de la nariz, y el vértice de la nariz. Los maxilares superiores, los huesos nasal y frontal, el etmoides y el esfenoides forman las paredes laterales y superiores de la cavidad nasal.
Las secreciones mucosas producidas por los senos paranasales vecinos, con la ayuda de las lágrimas que drenan por los conductos nasolagrimales, mantienen limpia y húmeda la superficie de la cavidad nasal. La parte superior, o región olfatoria, de la cavidad nasal comprende las zonas tapizadas por el epitelio olfativo:
1) la superficie inferior de la lámina cribiforme,
2) los cornetes nasales superiores del etmoides,  
3) la parte superior del tabique nasal.

Los cornetes nasales superior, medio e inferior, o huesos turbinados, se proyectan desde las paredes laterales de la cavidad nasal hacia el tabique nasal. Para pasar del vestíbulo nasal a los orificios nasales internos, o coanas, el aire tiene que fluir entre cornetes contiguos, a través de los meatos superior, medio o inferior . Más que unos pasadizos abiertos, estos meatos son unos surcos estrechos y el aire que entra en la cavidad rebota contra las superficies de los cornetes y se revuelve como el agua en los rápidos de un río. Esta turbulencia cumple una función: cuando el agua gira y se arremolina, las pequeñas partículas suspendidas en el aire tienen más probabilidades de entrar en contacto con el moco que cubre el epitelio de la cavidad nasal. Además de favorecer la filtración, las turbulencias prolongan el tiempo disponible para el calentamiento y la humidificación del aire inspirado.

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